El verano es la época ideal para que los niños descansen, jueguen y exploren. Sin embargo, el cambio de rutina puede ser un desafío para todo el grupo familiar. Cambian las horas de sueño, las horas en las que comen y en general cómo se organiza su rutina diaria.
Aunque las vacaciones son para relajarse, establecer horarios generales para dormir, comer y realizar actividades, ayudará a los niños a sentirse más seguros y evitará posibles desajustes o desregulaciones a nivel emocional. Sin embargo, los padres deben comprender que, si bien la rutina ayuda a los niños a regularse y organizarse, también es importante la flexibilidad, donde deberemos adaptar algunos horarios a las actividades programadas y a las necesidades de los niños. Por ejemplo, hay días que puede que se corran un poco los horarios o que quizás se deban adaptar los planes si los niños están más cansados.
A nivel doméstico, también los niños pueden colaborar con las rutinas o actividades cotidianas, como poner la mesa, ayudar a ordenar o pasear a los perros. Asignar pequeñas tareas les enseñará la importancia de colaborar y fomentará su independencia.
Por otra parte, también es ideal para favorecer los juegos en la naturaleza, realizar actividades al aire libre como ir al parque, hacer senderismo o simplemente jugar en el jardín. Esto ayudará a que se desconecten de las pantallas y de la tecnología, fomentando un juego más creativo y la interacción social.
Con tanto tiempo libre es necesario ser cuidadoso con el uso de las pantallas. Es importante establecer límites claros con el uso de estos dispositivos como definir horarios específicos y asegurarse de que los niños cumplan las normas. Los padres deben también supervisar el contenido al que acceden, pero siempre es mejor proponer alternativas atractivas como salir a pasear, hacer deporte, ir a las plazas, jugar juegos de mesa o realizar manualidades.
Andrea Mira
Académica de la Escuela de Terapia Ocupacional
Universidad Andrés Bello