Actualmente en Chile las personas que presentan tartamudez son cerca del 5% en edad infantil y más del 80% supera la sintomatología como adultos, siendo una población importante, que necesita ser visibilizada e incluida en intercambios comunicativos respetuosos.
Al ser esta una condición multifactorial y que puede requerir tratamiento fonoaudiológico para desarrollar estrategias que promueven una comunicación “cómoda”, se hace necesario comprender que el primer paso es la aceptación de la sintomatología del habla que interrumpe la continuidad, velocidad, fluencia y comodidad de quien se expresa. Lo que finalmente se ve, para quién escucha, como repeticiones, bloqueos, prolongaciones, entre otras alteraciones en la producción del mensaje.
Es común, observar adaptaciones exageradas de quienes escuchan el mensaje, frente a los síntomas de una persona que tartamudea. El interlocutor suele evitar el contacto visual, aumentar el volumen de su voz, interrumpir o cortar la conversación, todo lo cual no causa más que frustración en el otro.
Como una manera de incluir a las personas con tartamudez es necesario considerar algunas estrategias para un intercambio comunicativo enriquecedor. Es bueno identificar la sintomatología, mantener el contacto visual con quién tartamudea, no interrumpir su intervención, jamás pedirle que tome aire o pedirle que se calme, y centrarse en el mensaje que se quiere transmitir, estar atento de lo que se habla más que del cómo se habla.
Si como sociedad, respetamos al menos estos elementos, las personas que tartamudean podrán tener intercambios comunicativos reales y beneficiosos.
Claudia Figueroa
Académica de la Escuela de Fonoaudiología
Universidad Andrés Bello